LA SOLEDAD
En el retrete vivía una mosca
que siempre que el viejo entraba
parecía ponerse contenta.
Nunca se movía de allí
aunque le dejara la ventana abierta.
Revoloteaba a su alrededor y se posaba en el espejo
mientras el viejo se afeitaba.
Convivieron juntos un tiempo, tranquilos,
sin necesidad de decirse nada para entenderse.
Luego, cuando llegó el frío, la mosca desapareció
dejando sólo unas cagadas de recuerdo.
Como desaparece todo en la vida,
con esa dolorosa fugacidad cósmica.
Como desaparece el amor, la belleza, la salud,
las moscas y hasta las secuoyas.
No fue el amor de su vida,
pero, aunque parezca absurdo,
durante unos días la echó un poco de menos.
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