DEVENIR
LAS HERIDAS DEL CORAZÓN
Y llega corriendo bajo la lluvia,
las mejillas ardiendo, la respiración agitada,
los ojos brillantes, abierta, entregada, casi desnuda,
en unos tiempos en que todo se cierra, se encoge, se cubre, reniega.
Cruza la calle y sube a la acera
abriéndose paso entre la gente como el sol entre nubes negras.
Solamente la lluvia y ella parecen estar vivas,
y esas heridas del corazón ,de las que es mejor no hablar,
donde va goteando la sangre como el agua en una clépsidra.
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