¿Creías que siempre te iba estar protegiendo un dios?
¡Qué poco conoces a los dioses!
Ya no quedan dioses inmortales en tu bando,
ni gloria en tus aventuras,
ni rapsodas ciegos que canten a los orgullosos héroes de antaño.
Sólo un mar negro y desconocido delante de tus ojos.
Veo que palideces de miedo, caricatura de héroe,
que oyes llover y te sientes solo.
No te queda otro camino que el del ocaso
enfrentándote a las olas cotidianas
con tu vieja balsa sin remos, sin velas y sin bandera.
En mala hora dejaste tu pequeña patria
en pos de aquellas grandes batallas
que sólo sucedieron en tu imaginación.
Jamás vi estrito tu nombre en los libros de Historia
ni se mencionan tus hazañas en las novelas de amor.
Por las noches te muerden como perros los ecos del pasado
y tiemblas de frío cada mañana
cuando vuelve a salir el sol.
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