YA no me quiere.
Piensa con un mohín de tristeza en su rostro doliente.
Y abre sus pétalos de rosa, sus alas de mariposa
para recuperar el amor.
Es su alma un cesto de panes y peces,
heroína de la entrega y de la abnegación.
¿Y cuándo dejó de quererme?
Se pregunta con un brillo de fuego en el amanecer de sus ojos.
¿Fue aquella vez que llovía y no me cobijó bajo su paraguas?
Y lo llama, lo sigue, lo persigue, lo maldice,
sintiendo que las palabras son heridas
y los silencios abismos de distancia.
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