DE HERÁCLITO A PARMÉNIDES
Bebe, este es el rojo vino de la vida.
Deja de quejarte como un buey que agoniza en el desierto.
Mil hermosas muchachas se amontonan en tu puerta
con flores en los cabellos.
Sal por un instante de tus sombríos pensamientos,
de tus temores subterráneos,
de tus momificados dogmas resecos.
Aún bulle la vida en las venas
como un manantial que se despeña
sin preguntarse dónde está el mar.
Vive. Todavía la vida te guarda
unos cuantos besos más.
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